El mundo empresario actual es cada vez más
exigente sobre la idoneidad de los recursos humanos que integran
sus planteles. Tanto los que se inician como los que se desempeñan
en niveles intermedios, saben de la necesidad de poseer conocimientos
lo suficientemente completos y apropiados para insertarse o reinsertarse,
respectivamente, en el mercado laboral. Quien así no lo
entienda, encontrará cada vez más dificultades para
cumplir su objetivo.
La
recomposición de las estructuras empresariales, ha provocado
un reordenamiento del recurso humano. Todos los niveles han sufrido
las consecuencias de este ajuste. Existen mayores requerimientos
para el ingreso, mayores exigencias en el desempeño para
los niveles intermedios y, con alguna frecuencia, prescindencia
de los que actúan en cargos gerenciales o en jerarquías
aún más altas.
Y
he aquí el gran problema para estos últimos. Poseen
una buena formación en su juventud, buena trayectoria laboral,
ascensos merecidos, excelente concepto de sus superiores, buen
desempeño en su cargo, y, como "premio", reciben
la indemnización y el despido.
Esto
provoca amargura, profundo malestar, sensación de ingratitud
y, a una edad madura, planificar lo que nunca se pensó
necesario: la reinserción.
Mientras
la indemnización se utiliza transitoriamente para mantener
el nivel de vida del grupo familiar, el ex gerente o jefe departamental
se asesora sobre las estrategias para la reinserción. Y
descubre (o lo hacen descubrir) con gran desazón, que no
se ha capacitado, no se ha "actualizado", no ha leído
publicaciones locales o extranjeras sobre temas de su área,
no ha profundizado sus conocimientos de idiomas, no ha realizado
nuevos cursos, en fin, no se ha preparado para los tiempos que
corren.
El
problema es doble. Por un lado se quedó sin trabajo, y
por el otro le resulta difícil reinsertarse. Compiten
con él otros candidatos de igual nivel, (o peor aun, de
menor nivel), con antecedentes laborales importantes, pero además
con la trayectoria de una capacitación continua que nunca
interrumpieron.
¿Qué es la capacitación
continua?
El
concepto es fácil de entender. Lo que no parece tan fácil
es que los potenciales beneficiarios la pongan en práctica.
Esto suele suceder por diversos motivos: dejadez, falta de previsión,
hipervaloración del propio yo, pérdida o disminución
del sentido de competitividad, desconocimiento conceptual sobre
su importancia, falta de información sobre dónde
y cómo, inadecuada organización de los tiempos disponibles,
o factores personales a veces muy comprensibles.
Algunas
de estas razones podrían ser justificadas en quienes se
inician, por la desorientación frecuente en esas circunstancias,
pero son poco admisibles en los otros niveles. Recuérdese
que quienes ya tienen cierta trayectoria, conocen su campo de
acción y, por ende, en qué aspectos o áreas
deben reforzar su formación. Si son inquietos, observadores
y hábiles para sacar conclusiones, y si tienen buen sentido
de autocrítica, comprenderán la necesidad de capacitarse
casi permanentemente.
Dónde y cómo capacitarse
A
veces los que cumplen funciones, en niveles medios y altos, son
enviados por sus empresas a asistir a cursos o realizar visitas
en centros importantes nacionales o extranjeros, para capacitarse
u obtener informaciones que, de regreso, serán aplicadas
en la propia organización a la que pertenecen. No hay duda
que, para esta circunstancia, han sido seleccionados por méritos
propios, pues las empresas, más que "premiar",
necesitan jefes competentes que, mediante este mecanismo, aporten
técnicas novedosas, adquieran conocimientos modernos o
realicen operaciones comerciales que resulten de utilidad para
el crecimiento de la organización. Aquí se origina
un "círculo virtuoso", pues el viaje, si fue
provechoso, aportó beneficios para ambos (empleado y empleador)
y seguramente "abrió los ojos" al viajero inteligente,
que adquirió así nuevos conocimientos y contactos
que tal vez posibiliten su selección en el futuro.
Otra
situación es la del que debe hacer valer sus méritos
sin las circunstancias anteriores.
Si
"sus antenas están bien colocadas", conoce los
lugares de su país o del extranjero donde perfeccionarse.
No malgasta tiempo y dinero en "cursitos" u otras supuestas
capacitaciones sin mayor valor, que otros, erróneamente,
creen les serán útiles para "llenar" su
curriculum. Sabe elegir dónde reforzar o adquirir nuevos
conocimientos en sus áreas de experiencia o competencia,
y cómo desarrollar sus capacidades potenciales. Tal vez
esto lo lleve a ubicarse dentro de la primera situación
antes considerada e ingrese al "círculo virtuoso".
Así, seguramente, competirá con ventaja contra los
que no hicieron nada y están atrapados en el "círculo
vicioso".
Finalmente,
un "prurito" que debe dejarse de lado. Muchos jefes
de nivel elevado se sienten incómodos, a cierta altura
de sus trayectorias, realizando capacitaciones que piensan debieron
haber cumplido antes, especialmente cuando comparten el aprendizaje
con otros de nivel medio, casi siempre más jóvenes.
Esto deberá tomarse exactamente a la inversa: los centros
de más alta especialización, son precisamente los
más exigentes respecto al caudal de experiencia y conocimientos
previos de los candidatos que incorporan como "alumnos"
y, para aceptarlos, requieren antecedentes sobre sus posiciones
y responsabilidades en las organizaciones de las que provienen,
así como la jerarquía de éstas en el medio
empresarial.
La
conclusión de todas estas consideraciones pareciera ser
la imperiosa necesidad de poseer armas para la "defensa personal"
en un medio competitivo.
Ello
no debe significar, sin embargo, dejar de lado nobles inquietudes
de elevación cultural. Pero, como suele decirse, esa es
otra historia...