El
poder de la oratoria
La
oratoria es, desde los tiempos de Demóstenes, el "arte
de persuadir con elocuencia". En el mundo de hoy, esta disciplina
continúa siendo tan importante como en la época
de los griegos clásicos. El saber expresar las ideas con
claridad es la clave que puede definir un negocio o llevarlo al
fracaso. No en vano los japoneses, que prestan especial atención
al arte de persuadir y a la oratoria, brindan a su personal muchísima
más capacitación que los occidentales.
En
innumerables casos, utilizamos la persuasión. Por ejemplo,
en una entrevista de trabajo, al rendir un examen, una junta de
negocios, un discurso, una conferencia de prensa, el dictado de
una clase y, por qué no, hasta en una cena a la luz de
las velas.
La
mayoría de la gente imagina erróneamente que la
persuasión no tiene nada que ver con nuestra comunicación.
Se equivoca, porque persuadir es el arte de convencer, inducir
a alguien a creer o hacer algo. Es cualquier intento de tener
influencia sobre las acciones y decisiones de los demás.
Toda comunicación es hasta cierto punto persuasiva. No
nos engañemos al pensar que significa algo negativo e implica
una "manipulación arbitraria". Lo que hace del
término persuasión algo negativo es que la gente
utiliza los principios de una manera deshonesta.
La clave para una comunicación efectiva
La
mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que en los negocios,
al igual que en la vida en general, la clave para una comunicación
efectiva es la credibilidad. En relación a esto, el
profesor Albert Mehrabian de la UCLA, uno de los principales expertos
en comunicación personal, realizó un importante
estudio sobre la relación que existe entre los elementos
verbal, vocal y visual que están ligados cada vez que hablamos.
Según sus porcentajes, la credibilidad del mensaje dependerá
en un 55% al lenguaje visual, un 38% al vocal y sólo un
7% al verbal.
El
elemento visual es básicamente lo que otras
personas ven de mi cara y de mi cuerpo. Es el lenguaje de los
gestos, ademanes y miradas. A través de su interpretación,
podemos prever la actitud de las personas más allá
de lo que dicen. La mentira, dentro de este lenguaje, es fácilmente
descubierta a través de todos estos elementos que refuerzan
el mensaje.
Por
otro lado, el elemento vocal,
es la entonación y el ritmo que damos a las palabras
y que permite descubrir el estado de ánimo de una persona.
Con una correcta técnica respiratoria se logra un adecuado
manejo de la voz, una de las herramientas más importantes
dentro de la comunicación.
Finalmente,
lo verbal es lo que nos permite
estructurar el discurso de manera correcta, con un principio,
un desarrollo y un final, para lograr captar la atención
del auditorio. Su correcta aplicación implica utilizar
con criterio las pausas, erradicar las muletillas y el miedo a
hablar en público.
No
niego que la palabra sea muy importante, pero en una entrevista
a igual sapiencia gana el que tiene más sobre los otros
elementos. Hoy en día, lo que se vende es un producto,
donde lo gestual, la voz, la vestimenta, funcionan como papel
celofán y el moño para regalo.
Las bondades del buen orador
El
auditorio se convierte en un enemigo al cual se debe persuadir
para lograr un amigo. Hay estrategias especiales para desarmar
públicos realmente hostiles, motivar a los indecisos o
reforzar a un público que nos apoya.
El
manejo del auditorio, es mucho más difícil que el
de una entrevista individual y el de la oratoria de mando. Generalmente,
el que asiste a una conferencia quiere que le den mucho más
de lo que pagó, y el que vino gratis también exige
mucho porque considera su tiempo muy valioso.
En
una conferencia, es necesario apoyarse en los pares a través
de contactos visuales. El par es todo el auditorio porque se encuentra
en un mismo nivel aunque no provengan de la misma profesión.
Nuestro objetivo es enseñar a respirar bien para poder
usar mejor las pausas y emitir la voz correctamente. Además,
es necesario respirar para poder elevar el tono o mantenerlo y
así lograr una dicción perfecta. Una aclaración:
No sacamos las entonaciones propias de cada lugar, sino que nos
ocupamos de lo defectuoso a nivel auditivo.
Dentro
de la voz también manejamos el ritmo, para que el orador
no caiga en una comunicación lenta o sumamente rápida.
No podemos alterar el ritmo fisiológico, pero sí
podemos alterar los otros, el mental y el sentimental.
Otra
cosa a tener en cuenta, es una buena relajación terapéutica,
útil para sacar el estrés y demostrar una buena
voz. Un buen ejemplo es el primer contacto telefónico donde
tenemos que persuadir sobre lo mucho que podemos ofrecer y lo
interesante que sería que nos recibieran.
También,
hay que trabajar mucho sobre la estructura del lenguaje oral,
que no es igual a la escrita. Cuando hablo tengo que poner
primero el circunstancial de tiempo, luego el sujeto, después
el verbo y por último lo demás. Las oraciones deberían
se cortas para poder respirar y no bajar el tono al final, porque
los que escuchan se pierden en la oración, tratando de
descifrar qué se dijo, y sin escuchar el resto.
Dentro
del estudio de la voz, es importante conocer la diferencia entre
escuchar y oír, porque el sonido se capta, se percibe y
hasta se puede reproducir siempre y cuando se escuche. El escuchar
es un acto inteligente, oír es simplemente el acto fisiológico.
Otro
tema que no hay que descuidar, es la entonación. Cada
estado anímico tiene una determinada voz. Nosotros enseñamos
a llegar siempre a una voz de satisfacción y reconocer,
a través de la voz, el estado de ánimo del que tenemos
enfrente.
Mi
último consejo es que cada persona debe crear su estilo.
Si todos mis alumnos salieran con un mismo molde, sería
en definitiva un trabajo mal realizado.
Comunicarse
bien no es una ciencia sino un arte, donde cada persona arma un
solo cuadro, de lo contrario sería como hacer fotocopias.
_______________________________________________