CONFIESO QUE FUI BECADO


Entrevistas a ex becarios que tienen mucho que contar:

  • Santiago Esconjáuregui
  • Juan Carlos De Pablo
  • Marcos Aguinis
  • Sergio Alvariño

  • Santiago Esconjáuregui

    Vivir en Pavia, Italia
     

    ¿Te gustaría vivir en un edificio de 500 años en el norte de Italia, estudiando un master, con todo pago y una asignación mensual para gastos personales? Si la respuesta es afirmativa, prestá atención a
    esta nota donde Santiago Esconjauregui nos cuenta como hizo para conseguirlo.

    Santiago tiene 30 años, es ingeniero químico y en estos momentos, está en la Universidad de Pavia (Bolonia) haciendo un master en Ciencias de los Materiales. Toda esta aventura es producto de su fuerza para seguir progresando y no dejarse estar. "Encontré la beca en el diario La Nación, pero además, buscaba por Internet, revistas, y en mi facultad (UTN - Facultad Regional Delta). Quería continuar capacitándome en algún campo de las ciencias duras, pensaba en algún master en ciencias o en algún doctorado técnico. Si bien la idea de estudiar y capacitarme afuera siempre me sedujo, confieso que estaba en una etapa en la cual no veía en el horizonte oportunidades interesantes."

    El proceso

    Contra lo que todos suponen, "el trámite fue relativamente sencillo ya que el contacto local, para la tramitación era la Universidad de Bologna", cuenta Santiago que además resalta "el apoyo incondicional del Lic. Pakgoiz de esa institución, que en todo momento nos ayudó a salvar los imprevistos".

    ¿Por qué crees que te eligieron? Modestamente contestó: "es una pregunta difícil de responder, o al menos no soy el más indicado para hacerlo; en definitiva, creo que comparado con los otros postulantes, resulté interesante o apropiado para el perfil de la búsqueda." Lo que omite aclarar, es que además de una carrera exitosa en empresas como Toyota, Santiago habla inglés, italiano, francés y japonés.

    La vida de estudiante

    "Actualmente vivo en un colegio que forma parte de la universidad, el "Almo Collegio Borromeo", fundado hace 500 años y que hoy es un gran centro de actividades académicas, culturales, sociales y deportivas", relata el becario casi con orgullo. Además, Pavia "es muy dinámica y genera permanentemente una inquietud intelectual que enriquece. Personalmente trato de aprovecharla al máximo, formo parte de un grupo de profesionales (alumnos y docentes) con los cuales se pueden discutir no sólo cuestiones técnicas, sino también los temas que mueven el mundo".
    Como era de esperarse, Santiago se encuentra más que a gusto en este lugar tan cosmopolita, aunque siente un dejo de nostalgia por estar lejos de su familia, afectos y amigos, en fin, resume "lejos de mi historia, sobre todo en este difícil momento que atraviesa el país".

    Hablando de números

    La beca que recibió es total, no sólo cubre los estudios, sino también tiene pensión completa, un estipendio mensual para gastos, libre acceso a las bibliotecas, salas de computación e internet. Hasta acá, las ventajas enumeradas por Santiago son muchas, pero no se agotan, hay más... "recibimos hasta el pasaje de ida y vuelta". En este tema, vale hacer una aclaración; dentro de la beca original no estaba prevista esta cobertura pero
    "fue algo resuelto a último momento por la Universidad, dada la crisis que se precipitó sobre la Argentina"

    Lo que vendrá

    "Mi futuro es definido e incierto a la vez. Por un lado, sé que al finalizar el master voy a tener muy buenas oportunidades de aplicar lo aprendido en el campo laboral o realizar un doctorado. La parte incierta: no sé donde podría hacerlo, obviamente quisiera que fuera en mi país, pero lamentablemente no veo en el corto plazo las mismas posibilidades que se ofrecen afuera. Aun así, soy optimista y espero poder volver cuanto antes. Nuestro país necesita de los argentinos".


    Fuente: Reportaje realizado por Becas & Empleos en Marzo, 2002.


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    Juan Carlos De Pablo
    "A mi manera"
    Nací desnudo, soltero, analfabeto y desocupado y llegué a los 51 años vestido, casado, razonablemente educado y trabajando intensamente". En el trayecto, -que cuenta con lujo de detalles en su reciente autobiografía Apuntes a mitad de camino"- Juan Carlos de Pablo se convirtió entre otras cosas en economista, consultor, profesor, periodista y becado de Harvard.


    Encariñado con su barba blanca y definitivamente peleado con la corbata, tiene dos máximas en la vida: organizarse para enfrentar los desafíos y divertirse "por si las moscas".

    Es difícil no verlo como un grande, además de medir casi dos metros, está convencido de que la que vida es una fiesta, mantiene intacta su capacidad de asombro y se siente como de 16 años. La receta "hago las cosas que me interesan de manera vehemente. Trabajar, descansar y divertirme son tres facetas de una misma realidad". Es porteño pero vivió su niñez en San Antonio de Padua. Nació en una familia de clase media baja. "Si estudiar Economía en la UCA constituyó una yapa para las expectativas de mi familia, continuar mis estudios en Harvard fue una yapa para mis propias expectativas".

    Contradiciendo todo pronóstico, zarpó a mediados de 1966, con sólo 22 años de edad, 45 días de casado y muy poca humildad. "Vamos a ver qué tienen éstos para enseñarme", era su frase.

    A la semana de clases descubrió que Harvard es una "vidriera", donde los profesores seducen o asustan a los alumnos en sus clases inaugurales. Allí "cada uno tiene que arreglárselas solo, encontrar la vuelta para aprender a sobrevivir". Mientras de Pablo luchaba con los libros, Estados Unidos vivía dos años muy críticos: los asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King y la guerra de Vietnam, una experiencia que de cerca nunca puede ser indiferente.


    - ¿Cómo surgió la posibilidad de ir becado?


    - A mediados de los ’60, en la Argentina había más becas externas para estudiar Economía que candidatos para utilizarlas. Quien hoy pelea por una beca, no puede entender lo "tilingos" que nos hacía la relación que hace 25 años existía entre las becas existentes y los candidatos. Se desestimaban becas por consideraciones como el frío, la ideología...

    José María Dagnino Pastore resultó crucial en este proceso. Mientras trabajé con él en el Di Tella, hubo "un entendimiento", en el sentido de que en algún momento yo iría a estudiar al exterior. A mediados de 1965 lo acompañe a trabajar a FIEL, "el entendimiento" fue que en la nueva institución también tendría una beca y así fue. Hasta el último momento, estaba buscando algún pretexto para zafar del compromiso, pero no apareció ninguno y de eso estoy muy agradecido.


    - ¿Cómo era Juan Carlos de Pablo en Harvard?


    - Al principio era un irresponsable total. El primer año no me fue muy bien. Fue entonces que miré las calificaciones, la panza de mi mujer embarazada y dije "O.K. quieren que juegue su juego. Lo voy a hacer, pero no porque crea que lo que tienen para enseñarme sirva para algo, sino porque quiero demostrarles de lo que soy capaz".

    - ¿Y cómo te fue?


    - Bien... recién entonces para mis compañeros de los Estados Unidos y para mis profesores, fui "alguien". Un compañero me dijo "quién saca A en Harvard enseña en Harvard, quien saca B en Harvard enseña en Oklahoma y quien saca C enseña en Alaska".

    Cambiar de estrategia es parte de la enseñanza. El gran aprendizaje de una universidad como Harvard es que tenés que arreglártelas solo, se acabaron los pretextos. Para que se den una idea, cuando llegué a la universidad me nombraron un asesor. Fui a ver a este señor holandés con "la cosa cocinada", porque ya algunos estudiantes argentinos me habían contado los secretos. Le dije "esto es lo que quiero hacer", me respondió "muy bien". La conversación duró unos 40 segundos y culminó con un "cuando tenga algún problema venga a verme". Lo dijo de tal manera que no volví. Al año se fue a trabajar a Washington, fui a la oficina del decano a decirle que tenía que nombrarme otro advicer, me miró y me dijo "sos grande". Moraleja: hay que arreglárselas solo. Trato de transmitir esto a mis alumnos, donde con una pin ta de ogro que me caracteriza, les digo que si no pueden sobrevivir a mí, difícilmente puedan salir a la calle que es diez veces peor que yo.


    - Suponiendo que pudieras retroceder el tiempo antes de viajar, ¿qué cambios harías?

    - No sería tan cabezón, pero es difícil no serlo cuando sos tan joven. Creo que si vas con demasiados a prioris, perdés oportunidades. A los futuros becarios les aconsejo que primero se abran a lo que les ofrecen y que después juzguen. Eso les aportará millones de experiencias que con el tiempo irán tamizando según sus valores. Y el otro detalle, es que me fui con el inglés del colegio secundario. A la fuerza tuve que ajustarme. En el primer año hablé poquito, en el segundo no me paraba nadie y después no paré más.

    - Según comenta tu autobiografía, tu tesis de doctorado aún "está en curso"...


    - Me dieron el título de Master en Economía, pero formalmente tengo cumplidos todos los requisitos del doctorado menos la presentación de la tesis. En honor a mi abuela que hasta que falleció siempre insistía con un "cómo anda la tesis", siempre pongo en mi CV que "está en curso", aunque está demasiado demorada, van más de tres décadas. Estoy esperando el doctorado honoris causa.

    - Un pequeño balance como alumno de Harvard...


    - Fue una experiencia muy dura pero unas de las cosas más importantes que me ocurrieron en la vida. Como corresponde a quien hace las cosas "a su manera", es decir a los golpes, aprendí a sobrevivir y a convivir con personas de otros países, pude apreciar mi país desde afuera y apreciar a Estados Unidos (un gran país) por dentro y no me convertí en ciudadano del mundo: me siento un argentino que, por haber podido estudiar en el exterior, incorporó sus vivencias para luchar por los suyos, a su manera.

    El becado ayer


    Buscaba un pretexto para no ir. Tenía miedo, significaba mucho irse afuera. En la casa de mis padres y de mis suegros, no había teléfono. Nadie pudo viajar, ni cuando nació mi hija mayor. Nuestra única comunicación eran las cartas y las fotos".

    El becado hoy


    Divide su tiempo entre profesor de Introducción a la Economía en la Universidad de San Andrés y la conducción del programa "Momento económico" en CVN, los lunes a la noche. Tiene su consultora, le gusta leer, escribir y dar alguna conferencia cada tanto. Publica el newsletter semanal Contexto.

    Anécdotas de Harvard


    En la década del ’60, el MIT tenía fama de tener una orientación matemática, y Harvard orientación humanista, eso dio lugar al siguiente cuento: un alumno termina de comprar en un supermercado de Cambridge y para pagar, se coloca, con su carrito lleno de mercadería, en una caja cuyo letrero dice "5 ítem o menos". La cajera mira el carrito, mira el cartel y le dice al estudiante: "o usted es de Harvard y no sabe contar, o usted es del MIT y no saber leer"...

    Por tener tantos profesores extranjeros, con mi inglés del comercial de Ramos Mejía tuve pocos problemas en el aula, una excepción era el curso de historia económica del ruso Alexander Gerschenkron. Me acuerdo que dedicó una de sus clases a explicar la importancia del manure en la agricultura. Cuando terminó la clase le pregunté a otro latinoamericano, cuyo inglés era mejor que el mío, que era el manure. "La bosta". Tuve que reconstruir mentalmente la clase...

    Un día al mismo profesor se le acercó un hombre de cierta edad y le dijo, "Doctor, soy Juan Perez, General del Ejército Ecuatoriano, vengo a tomar su curso." El ruso espero en silencio y fumando pipa le contestó "You will be treated like anyone else", que en buen romance quiere decir "¿y a mi qué me importa?". Ese profesor me enseñó que si el Papa entraba a tomar el curso iba a ser tratado como cualquier otro, aunque afuera le besara la mano. Les aconsejo que vayan a estudiar de muy jóvenes, te tomás todo con otro humor y no vivís este tipo de cosas como un costo.


    Fuente: Becas & Empleos – Revista Numero 100. Autora: Mariana Pelliza

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    Marcos Aguinis Una historia de novela En un baúl lleno de libros científicos que trajo Marcos Aguinis a su regreso de Alemania, se colaron folletos sobre el drama de refugiados en el mundo. Con los libros escribió la tesis doctoral. Con el resto, la novela "Refugiados: crónica de un palestino". En esta entrevista el prestigioso escritor nos cuenta cómo, tras disfrutar los beneficios de un becario modelo, la literatura le fue ganando terreno a la medicina.
    Buenos Aires estalla de calor. La ciudad es un hervidero de autos apurados y gente visiblemente malhumorada. Marcos Aguinis parece estar inmune a los intolerables grados de sensación térmica. Su estudio está fresco y los colores pasteles que predominan en la decoración hacen del lugar una especie de oasis que diluye rápidamente el caos urbano. Antes de convertirse en una de las figuras más respetadas de la literatura argentina, Aguinis fue un joven apasionado que emprendió desde su Córdoba natal un viaje de tres años como becario. Todo comenzó a sus 23 años recién cumplidos, cuando se recibió de médico y armó las valijas rumbo a Buenos Aires: "Después de un viaje por Europa e Israel que hice en 1958, decidí perfeccionarme en neurología, neurocirugía y neuropsicología con una beca que recibía el nombre de un filántropo llamado Teubal. Consistía en trabajar en el Instituto Neurológico Argentino, que en ese momento dirigía su propietario Alfredo Givré. Además tenía que trabajar en el Hospital de Vicente López y en el Hospital Salaberri".

    A pesar de que el dinero de la beca sólo alcanzaba para pagar la pensión, la experiencia dio sus frutos: "Ese año avancé enormemente porque participé de la atención de pacientes, guardias y operaciones, y asistí a congresos y todo tipo de cursos que se realizaban en Buenos Aires. Más aún, antes de finalizar el año recorrí casi todos los servicios de neurocirugía que había aquí, poniéndome en contacto con los mejores especialistas."

    Con su francés del colegio secundario y un curriculum que había engordado notoriamente, Aguinis comenzó a soñar con Francia: "Givré me habló de la amistad que tenía con el jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospicio de la Salpetiére en París, el Prof. Jaques Le Bau. Allí se estaba desarrollando la psiconeurocirugía que era una rama de la neurocirugía destinada a corregir trastornos psicológicos. Le Bau era un referente importante en aquella época. Me presenté junto con cientos de jóvenes a una beca que otorgaba el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia. La gané y después de un viaje muy divertido de 14 días en barco, en el que incluso di un concierto de piano, me instalé en París."

    No puede ocultar su orgullo cuando recuerda que mientras estaba en Francia, fue invitado para presentar sus trabajos en el Congreso Mundial de Neurología en Roma en 1962. A pesar de sus logros, Agunis decidió por tercera vez que debía continuar con su carrera en otro punto geográfico: "Mientras estaba en París me decepcioné de la psiconeurocirugía porque estaba entrando en ocaso y otras técnicas amenazaban con reemplazarla. Fue entonces cuando me enteré que en Friburgo, Alemania, se estaba desarrollando con mucha celeridad la cirugía estereotípica. Básicamente esta técnica apunta a efectuar cambios en el cerebro con operaciones mínimas mediante radiografías tridimensionales y cálculos matemáticos que permiten una gran precisión."

    Una vez más, el inquieto estudiante tenía claro qué era lo quería hacer y en dónde podía hacerlo. Faltaba ahora encontrar una beca que lo llevara a Friburgo: "Estando en Francia consulté con el Consulado Alemán. La beca que me interesó fue la Alexander Von Humboldt-Stiftung, que era de alta remuneración y de mayor exigencia académica. Envié todos mis antecedentes y la gané. Como había estudiado muy poco alemán, me permitieron realizar dos meses de aprendizaje intensivo en un Goethe Institute que estaba al sur de Munich. Luego me radiqué en Friburgo"

    Aún cuando destaca que en ambos países pudo satisfacer sus expectativas, en su memoria quedó marcado a fuego su paso por Alemania. Sólo 16 años habían pasado de la segunda Guerra Mundial y para un joven de origen judío, vivir en ese país significaba enfrentarse a los resabios de una historia de horror provocada por el nazismo. Había que derribar temores y prejuicios: "Muchas veces solía viajar en mi autito desde Friburgo a Basilea, Suiza y cuando regresaba a la frontera alemana y me encontraba con los guardias, se me encogía un poco el corazón. Me daba la impresión de que estaba entrando a un territorio enemigo. Aparecían en mí imágenes de películas o documentales. Posiblemente, pensándolo años después, haber vivido en ese país a pocos años de la guerra, se vincula con cierta temeridad en mi comportamiento, algo as&iacu te;. como un deseo de meterme en la boca del lobo."

    Justamente fue en Friburgo donde, gracias a las jugarretas del inconsciente, dos de sus novelas más conocidas comenzaron a cobrar vida en su interior: "Mientras vivía en Alemania, me alojaba en un albergue de estudiantes católicos y conocí algunos sacerdotes que estaban elaborando documentos para el Concilio Vaticano II. Ellos me dieron una imagen muy diferente de lo que yo conocía. Los curas argentinos, a decir verdad, me parecían bastante reaccionarios. Estos sacerdotes en cambio, tenían una gran formación humanística. Fue allí cuando surgió la semilla de Refugiados: crónica de un palestino y La Cruz Invertida."

    A la pregunta de cuál fue la persona más influyente en su paso por Europa, responde con afecto y cierta nostalgia: "Me viene claramente a la memoria un profesor alemán que se llamaba Rolf Hassler. El fue muy importante para mí porque me mostró su rigor científico y su calidad humanística Era un eminente neurólogo y neuropatólogo, un hombre extremadamente democrático y que había sido soldado en la época de la guerra. Sin embargo, detestaba la guerra y el prejuicio racial. Con el material que reuní en Europa, armé mi tesis doctoral que presenté aquí en Buenos Aires. Tal era mi aprecio por Rolf Hussel que le solicité que fuese mi padrino y él aceptó con mucho agrado."

    El "rigor científico" y la "calidad humanística" de aquel recordado profesor comenzaron a desarrollarse en el propio alumno. Su carrera de médico que ejerció durante 15 años, convivió junto con su pasión por la literatura. Luego, sin abandonar su oficio de escritor, eligió otra actividad que implicó un nuevo cambio de rumbo: "Me di cuenta que por más que fuese un buen profesional en la neurocirugía, ésta estaba escindida de mis intereses humanísticos. En realidad estaba viviendo dos existencias separadas. Por lo tanto tomé una decisión muy riesgosa como fue cancelar la neurocirugía y comenzar mi formación psicoanalítica. Creí que el psicoanálisis me iba a brindar un conocimiento adecuado a mis inquietudes y no me equivoqué".
    Cumplidos los 14 días de viaje en barco, Marcos Aguinis regresó a Buenos Aires con un baúl cargado de libros, muchas inquietudes y una certeza: "Yo deseaba volver a la Argentina, tenía nostalgia y consideré que había ido a Europa para perfeccionarme, no a radicarme para siempre". Ninguna de las ofertas que recibió en el extranjero lo tentaron lo suficiente como para quedarse. Sus más fieles lectores, le estarán por siempre agradecidos.


    La anécdota

    "Cuando viajaba a Francia por mi beca, el barco hizo escala en Río de Janeiro. Subió un dramaturgo a quien los compañeros que iban a estudiar francés reconocieron inmediatamente. Yo no sabía quién era. Después compartí varias comidas y charlas con él en el barco y era nada más ni nada menos que Eugene Ionesco. Cuando llegué a París me encontré con que la ciudad estaba empapelada con afiches del Rinoceronte, la obra escrita por él que en ese momento era un éxito".

    El becario ayer

    "Extrañaba a mi país, pero tenía una extraordinaria curiosidad que consolaba mi nostalgia. Tanto en Francia como en Alemania, completaba las horas de trabajo y hospital con voracidad por apropiarme del idioma, las costumbres y la riqueza cultural que esos países me ofrecían".

    El becario hoy

    Marcos Agunis colabora habitualmente en el diario La Nación y ha publicado artículos en diarios y revistas de América Latina, Estados Unidos y Europa. Novelas como La cruz invertida, Cantata de los diablos, Refugiados: crónica de un palestino, La conspiración de los idiotas y La gesta del marrano le han hecho merecedor de importantes premios. Recibió entre otros, el Premio Planeta (España) y la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Además fue designado por Francia Caballero de las Letras y de las Artes y en 1995, la Sociedad Argentina de Escritores le otorgó el Gran Premio de Honor en reconocimiento a su trayectoria. Su última novela, La Matriz del Infierno (Ed. Sudamericana, 1997), retoma la preocupación del autor por los conflictos políticos y sociales que preanunciaron el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

    La beca

    En 1962, Marcos Aguinis ganó la beca que otorga la Fundación Alexander Von Humboldt-Stiftung. A los 10 años de haber regresado a Buenos Aires, el prestigioso ex-becario fue invitado a viajar nuevamente a Friburgo, Alemania, para visitar las instituciones en las que había desarrollado sus trabajos de investigación. Actualmente esta institución de origen alemán, concede becas a jóvenes científicos menores de 40 años y con un grado académico equivalente al doctorado, para realizar proyectos de investigación en universidades o centros de investigación en Alemania. Las solicitudes se presentan en cualquier período del año, directamente a la Fundación o a través de las representaciones diplomáticas de Alemania o en las Oficinas regionales del DAAD.
    FUENTE: Becas & Empleos, Revista Numero 101. Autor: Fernanda Peñaloza

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    Sergio Alvariño

    La vida por el deporte

    Mucho se habló de nuestros deportistas en los Juegos Panamericanos de Winnipeg ’99, sobre todo después de su éxito. Generalmente, interesan más a los resultados que el proceso y nadie se pregunta cómo llegaron esos chicos a ocupar el lugar que tienen.

    Sergio Damián Alvariño nos trajo la medalla plateada en anillas, pero la camiseta la transpiró solito la mayoría de su carrera. Hace poco –confiesa- fue becado y su objetivo es llegar a Sidney 2.000

    Sergio llegó a Toronto esperando un gran alboroto, pero sorpresivamente esta gran ciudad de acceso, no parecía muy conmovida por los festejos de los Juegos Panamericanos. El ambiente se hizo sentir una vez instalado en Winnipeg. Quizás la indiferencia haya sido producto de cierto recelo, que las ciudades postuladas Toronto, Edmonton y Sherbrooke, guardaron contra la ciudad elegida, quien sabe... al fin y al cabo no importa. Lo cierto es que en Winnipeg todo estuvo perfecto, incluso nuestra participación. Más de 18.000 voluntarios uniformados en remeras de color salmón, le pusieron un tono pastel a la ciudad con mayor diferencia de temperaturas del mundo y que apunta a ser el centro de un nuevo escenario de relaciones comerciales entre el Sur y el Norte.

    A la distancia y desde un café porteño, Sergio, nuestra medalla plateada en anillas, parece un tipo tranquilo, no habla demasiado y transmite mucha paz. Eso creía yo, hasta que le pregunté cómo era su día típico: "A la mañana voy a estudiar al Círculo de Periodistas Deportivos. Después voy a Gimnasia y Esgrima a entrenar y a dar clase. Y recién llego a casa a las 11 de la noche". En pocas palabras, GEBA es casi su hogar y el deporte su vida.

    Desde siempre fue puro movimiento: natación, fútbol, rugby. Yudo, gimnasia... "Cuando tenía 6 años, una profesora le dijo a mamá que tenía condiciones para hacer gimnasia artística, me llevaron y me quedé ahí, colgándome de todos lados". A medida que fue pasando el tiempo se lo tomó más en serio, los resultados lo alentaban. Por otro lado, el espejo de su hermana melliza significó mucho. "Los dos hicimos gimnasia, ella sacó el primer Olimpia de Plata de Gimnasia en el ’87. La mujer tiene una maduración mucho más rápida que el varón, también deportivamente, yo la veía en la selección mayor y eso me motivaba, era como un ejemplo".

    Entre torneo y torneo, Sergio comenzó a subir en los rankings y con eso llegó la gran ayuda. "En el ’96 quedé décimo en anillas, a partir de ahí empecé a recibir una beca de la Secretaría de Deportes de 300 pesos. Además, por haber quedado 7º a nivel mundial , este año estoy recibiendo una beca de excelencia deportiva de la Presidencia de Nación de 900 pesos, que creo me renovarán hasta fin de año, si los resultados deportivos me acompañan".

    En su mayoría, las becas son utilizadas para solventar los viajes. "Tenemos muchos torneos afuera, que la Secretaría de Deportes o la Confederación Argentina de Gimnasia no pueden pagar. La verdad es que si no competís en el exterior, todo lo que trabajaste y los resultados obtenidos... ya no sirven. Es muy importante tener presencia internacional".

    -¿Cuál fue tu primer torneo internacional?

    - Fue un sudamericano infantil en el ’83, que se convirtió en la primera motivación importante. Ya que un resultado te dice que vos podés, que estás haciendo bien las cosas, y eso te ayuda a seguir adelante. Es como un empujoncito más.

    A partir de ahí, empecé a hacer las cosas un poco más en serio y tuve la suerte de tener entrenadores muy buenos. Eso me ayudó a levantar el nivel más rápido y empecé a tener resultados en el ámbito iberoamericano, panamericano y mundial. Hasta el día de hoy.

    - ¿Qué dejaste por el deporte y qué ganaste?

    - Creo que gané mucho más de lo que dejé. No me siento arrepentido por lo que hice. El deporte me hizo como persona, porque más allá de mi familia, el deporte también me educó.

    Claro que es sacrificado, aunque ahora no tanto porque ya soy más grande y las amistades que tengo son todas del entorno deportivo, donde manejamos las mismas normas y obligaciones. Ese entorno te ayuda a seguir adelante y de alguna manera a no sacrificarte por no salir un viernes o un sábado. Después de todo... esas cosas son sólo materiales.

    - ¿Qué momento considerás crucial en tu carrera?

    - Creo que el vuelco fue en el año ’96, en Puerto Rico, cuando quedé décimo en mi especialidad. Allí, me di cuenta que en realidad podía dar pelea en el ámbito mundial. No es que los mejores del mundo estaban allá y nosotros íbamos a hacer experiencia... en realidad iba a pelear por algo, ahora era yo el que estaba ahí.

    Luego, en estos últimos cuatro años, obtuve los mejores resultados de mi carrera.

    - ¿Por qué decidiste estudiar periodismo deportivo?

    - Primero estaba estudiando diseño industrial pero la verdad es que no me veía fuera del ámbito deportivo. Luego de estar tanto tiempo metido es esto, es muy difícil hacer un paso al costado.

    - ¿Cómo te imaginas dentro de cinco años?

    - No sé que me deparará el destino... uno debe saber cuando retirarse. "Hasta el 2.000 estoy", mi idea es llegar a Sidney. En octubre, es el preolímpico en China, un mundial muy difícil porque si tenés una falla quedás afuera. Hay mucha gente compitiendo y todos buscan una plaza en ese torneo.

    - Entonces parece que tu vida vuelve a empezar a los 30...

    - Pero seguiré con el deporte desde otra postura. Me va a costar un poco, porque no hay nada como ser protagonista. Más allá de ser profesor o periodista del deporte, el protagonismo de estar ahí y vivirlo en carne propia es lo mejor que hay.

    Identikit de un deportista

    Como buen nieto de gallegos, Sergio se considera un cabezadura y un hombre con bastante amor propio. "Cuando me propongo algo, no abandono hasta cumplirlo. Creo que esto me ayudó a seguir siempre adelante". Justamente con su tenacidad conquistó la medalla plateada en anillas en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, luego de cuarenta años de espera para la Argentina.



    Fuente: Becas & Empleos – Revista Numero 102. Autora: Mariana Pelliza




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